18 enero 2007

EL FIN DE LOS DÍAS

Ahora que el planeta está a cinco minutos de su aniquilación, según el reloj del Apocalipsis, es un momento extraordinario para ponerse a reflexionar sobre nuestros políticos. Dicho reloj es en realidad una metáfora sobre la torpeza y estulticia del ser humano. Lo creó un grupo de científicos después de la II Guerra Mundial horrorizados por el nacimiento del peligro atómico y apareció publicado por primera vez hace 60 años en la revista Bulletin of the Atomic Scientists. El reloj nació a siete minutos del fin del mundo y, desde entonces, ha ido fluctuando por cantidades más o menos cercanas, que indicaban, en su medida, las posibilidades de la destrucción planetaria. En 1949 Rusia hizo estallar su primera bomba atómica, dejándonos a tres minutos del apocalipsis. Cuatro años después, las pruebas nucleares de las dos superpotencias adelantaban un minuto la cuenta atrás. Fue su peor momento. Luego la cosa se fue relajando. Pero la proliferación nuclear de los últimos tiempos nos ha colocado en una posición casi tan frágil como la de los peores tiempos de la Guerra Fría. Además, a día de hoy, nuevos peligros nos acechan (el efecto invernadero; la lluvia ácida; el deterioro de la capa de ozono o la desertización, por ejemplo).
Pero entre todos ellos, el peligro más incruento es el del terrorismo internacional, un filón para los necons del mundo mundial, que ahora en sus papeles hollywooydianos de gendarmes universales (más bien de pacotilla), mediante la siempre resultadista táctica del miedo y la coacción, pretenden conseguir nuestros votos. Sí, los nuestros. Ahora, alguien debería recordarles aquel canto libertario que entonaron nuestros abuelos mientras lanzaban sus vísceras a la marea que ellos mismos cultivaron de algodón, trigo, cebada u otros venenos similares. Ellos, esclavos, no lo hicieron, pero nosotros sí podemos. Sí podemos recordarle a Bush que tiene manchadas las manos con sangre iraquí. O de petróleo. No digo que haya sido un mal presidente, eso sólo la historia lo juzgará. Esa historia quizá esté más cerca de lo que algunos imaginan. Quizá a tan sólo cinco minutos. Incluso, puede que esa historia ya haya reservado un nombre, el del sucesor de Bush, el mesías que acudirá en nuestra ayuda. Y quién sabe si esa persona no es el demócrata Barack Obama, un senador afroamericano de 45 años defensor de los derechos de los gays, del aborto, del control de las armas y de la sanidad universal. Obama también se opone a la guerra de Irak, y por supuesto a la denigrante otra zona cero, leáse por Guantánamo. De todas formas su camino hacia la Casa Blanca será duro.
Pero los necons no sólo están en EEUU, aquí, en España, mucho más cerca, también apreciamos sus caprichosas interpretaciones. En el PP llevan años advirtiendo del peligro del terrorismo y sin embargo no acuden a una manifestación en su contra. La estrategia del bloqueo se ha puesto de moda en la derecha española. Sólo así se explica las tendenciosas, cruentas y malintencionadas palabras que Rajoy dirigió a Zapatero en el Pleno extraordinario del pasado miércoles ("si usted no cumple con las exigencias de ETA le pondrán bombas, y si no hay bombas, es porque ha cedido"). ¿A qué juegan nuestros políticos? ¿No ven que el tiempo se acaba? Si entre los demócratas hay división, habrán ganado los asesinos. Si del terrorismo se pretenden sacar resultados electoralistas, habrá perdido la democracia. Si el tiempo se agota, habremos perdido todos.

10 enero 2007

EUROPA Y SUS GENERACIONES

Europa ha sido un sueño para muchas generaciones de artistas, pensadores y políticos, muy a pesar de las diferencias, disputas y guerras desde tiempos remotos, que han asolado el contiente. Yo, que soy un europeísta convencido, escribo humildemente estas líneas para decir que, a lo largo de nuestra dilatada Historia, con mayúscula, hubieron muchos que tuvieron una idea común, un sueño, el de una Europa unida. Desde que se ideó la Unión Europea tal y como la conocemos hoy, muchos han sido los países que han contribuido a su crecimiento y, mucho más importante, que han crecido con y por ella. Poco a poco distintos países se han adherido a este proyecto de paz, libertad, crecimiento y armonía. Así hasta llegar hasta los 27 miembros actuales, los últimos Rumania y Bulgaria, que han llegado a la Unión Europea con la extrema derecha debajo del brazo, o lo que es lo mismo, con seis eurodiputados que harán posible que se forme un grupo político de ultraderecha en el Parlamento Europeo. Y eso que una de las causas que precipitaron el surgimiento de la Unión Europea fue que nunca más volviera a acceder al poder la extrema derecha ni, por supuesto, que lo hiciera el comunismo. Ahora el presidente del Frente Nacional (FN) francés, Jean-Marie Le Pen, ha conseguido aquello por lo que ha peleado durante más de una década: establecer un grupo con plenos derechos políticos y económicos que defienda sus intereses en la Unión Europea. Rumanos y búlgaros han colmado por fin sus aspiraciones, mientras el resto de formaciones de la Eurocámara se plantea ahora cómo aislar al grupo que nacerá formalmente el próximo lunes en Estrasburgo. Entre otros, Le Pen, su hija Marine y la nieta de Mussolini pertenecen a la agrupación de extrema derecha que, con la nueva ampliación continental, logra el quórum de 20 diputados mínimos para formar grupo.

Los 20 eurodiputados pertenecen a siete países de la UE, el más destacado Francia con 7 diputados "ultras". Pero también están países como Austria (uno), Bélgica (tres), Reino Unido (uno) e Italia (dos, una de ellas Alessandra Mussolini, nieta del dictador). Todos ellos, excepto rumanos (cinco) y búlgaros (uno), eran ya eurodiputados en activo incluidos en el llamado grupo de los no inscritos. Montar un grupo monocolor les permitirá sin embargo gozar de los mismos derechos políticos y económicos que el resto de las formaciones, entre ellos, el tiempo de palabra, el derecho a disponer de funcionarios y la posibilidad de enmendar textos. En el terreno económico, a partir de ahora percibirán en torno a un 30% más de lo que recibían como no inscritos, lo que supone una inyección anual de cerca de un millón de euros. Ideológicamente, la extrema derecha europea ataca la Constitución europea y rechaza de lleno el ingreso de Turquía. Liderará el equipo el número dos de Le Pen, el francés Bruno Gollnisch, miembro del Frente Nacional (FN), que se encuentra a la espera de que la justicia francesa se pronuncie después de haber sido acusado de negar el Holocausto.
Ahora, los 764 eurodiputados restantes deberán trabajar para adecuar sus estrategias políticas a la llegada de los nuevos inquilinos de la Eurocámara. El consenso entre los grandes partidos a la hora de boicotear a los extremistas será crucial, una opinión que comparte Antonio López Istúriz, secretario general del Partido Popular Europeo, el que ostenta la mayoría en la Eurocámara. Enrique Barón, presidente de la delegación de los socialistas españoles en el Parlamento europeo, sostiene que "hay que aplicar una política de cordón sanitario". Pero ya ayer, el nuevo grupo político entregaba a la secretaría del Parlamento Europeo un listado con su composición y su nombre: "Identidad, soberanía y tradición". Todo un adelanto de su programa político. No es el único palo que recibe la Unión Europea en las últimas fechas, también está la pérdida de competitividad industrial, el bajo crecimiento del PIB continental, el "no" a la Constitución Europea de Francia y Holanda... Europa camina marcha atrás y sus políticos no lo ven. Los europeos, los máximos "accionistas" de esta empresa, quieren una Unión más social, ciudadana y próspera. Pero parecen que los intereses van para otro lado. Aún estamos a tiempo, salvemos Europa, la Europa imposible que tanto soñaron nuestros ancestros.

01 enero 2007