07 abril 2009

EL GRAN TERREMOTO

Italia vive un terremoto político desde hace semanas. Incluso meses. Concretamente desde hace ahora un año, cuando Silvio Berlusconi volvía a ganar las elecciones y se entronaba nuevamente como Primer Ministro. Realmente, el terremoto ocurrió en 1992 con el asesinato de los dos jueces anticorrupción más importantes de Italia (Borsellino y Falcone). Luego llegó la sacudida, por corrupción, de toda la clase política y, en 1994, la entrada en la vida pública de Il Cavaliere. Desde entonces Italia comenzó a ver como decrecía su PIB; a ver como Silvio se fabricaba leyes para beneficio propio y como los amigos de turno se repartían el pastel. Lo último han sido las leyes raciales aprobadas por el Gobierno de Berlusconi, retrocediéndo así a la época más oscura del fascismo italiano, aquella que el propio Silvio añora en muchas ocasiones. El otro día Berlusconi aparecía ante las cámaras italianas al ser elegido líder absoluto de la artificial Casa de la Libertad, ese partido único resultante de la unión entre El Pueblo de las Libertades de Silvio y la tradicional Alianza Nacional, facción fascinerosa de la derecha italiana que lidera Gianfranco Fini y que últimamente se ha quedado a la izquierda de Berlusconi. Lo vi, digo, desde lejos, a través de las cámaras, pero me asusté. Y cada día va a asustar más. Il Cavalieri (Nani Moratti lo rebautizó como Il Caimano) auna el poder económico y mediático, además del político, lo cual le convierte en una especie de superhombre al que es imposible derribar. La última de sus obsesiones es ser Presidente de la República, como si de un Napoleón moderno se tratase. Es su visión de futuro, y por eso, ante el grave y penoso terremoto ocurrido en la región de los Abruzos, Berlusconi tiene que dar una imagen de seriedad y humanidad que, por desgracia, pocas veces hemos visto en él. L´Aquila tiene 300 muertos y 70.000 personas sin hogares, padres, madres, hijos, hermanos para los que ya no importa la luz ni los relojes y no piensan levantarse, como dice el gran García Montero en uno de mis poemas favoritos. Esas personas deben se ahora la prioridad, no sólo de Berlusconi, sino de toda Italia. Por ello, el sindicato más poderoso de Italia, el CGIL, con casi tres millones de afiliados, ha pospuesto la protesta que inició hace unos días, cuando sacó miles de personas a las calles para rechazar la política económica y social de Silvio. Bajo el lema "Futuro sí, hacia atrás no", una vez más dejaron ver lo duro que resulta vivir en una Italia reaccionaria y deshumanizada. Lo estamos viendo ahora con el terremoto. Pero los seísmos no sólo se dan en Italia, aquí, en casa, el Presidente Zapatero ha resuelto que para solventar la crisis con mayores garantías era preciso realizar un cambio de Gobierno. Entra Chaves, que ya era hora que dejara Andalucía en otras manos. Pero lo hace por la puerta de atrás, y eso así no se hace. Parece que su sustituto en la Junta será Griñán, un hombre con un perfil mucho menos populista, pero más técnico y decidido. La verdadera modernidad está a punto de llegar a mi colorida tierra. Entre las novedades, González Sinde, a quien nomina la industria, cuota del sector. Si no, es imposible explicarse su nombramiento. Los ministerios deberían estar reservados para gente meritoria que ya ha demostrado su valía, y no para las Bibianas de turno, cosa que no signifique que valga. Pero, si de un gran terremoto tuviera que escribir, no sería del seísmo político que vive España, ni siquiera de la catástrofe de L´Aquila, tierra en la que soñaron tus ojos. Ese terremoto lleva tu nombre, tu pelo, tus manos, tus labios. Y para seguir con García Montero, al que antes hice alusión, ese terremoto insiste en viajar hasta Roma como quien busca un circo,como quien pisa tierra después de muchos años y a conciencia es feliz y es borracho. Ya sabes que los niños y los borrachos siempre decimos la verdad.