04 diciembre 2006

EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Las diferencias entre el hemisferio norte y el hemisferio sur son cada vez más notables. Hace años, el uruguayo Mario Benedetti ya mostró este contraste en un poema titulado El sur también existe. Se centraba, sobre todo, en una zona concreta, Latinoamérica, arrasada durante siglos por las metrópolis europeas y durante décadas por dictaduras frías y endemoniadas que, en ocasiones, gozaban del apoyo del vecino rico del norte, que pretendía salvaguardarse de un enemigo maldito, el comunismo. Pero el enemigo no era tangible, sólo un gigante con los pies de barro, un pensamiento diferente de los que tenía el poder. Y dolía y preocupaba que alguien pensara diferente, porque el pensamiento hace libre a las personas y eso era lo que no se quería. La democracia, en América del Sur, era una utopía. Y lo sigue siendo, aunque en algunos países haya echado raíces. De todas formas, la jugada de contener el comunismo, de retroceder los pasos a la democracia, no le ha salido bien a EEUU, porque igual que en todas partes del mundo, en Latinoamérica, la sociedad avanza, unas veces pacíficamente, otras mediante revoluciones, hacia nuevos marcos y nuevas realidades. Y aunque a paso lento, los países del sur de América se dirigen a la democracia. La realidad es compleja: países pobres, algunos libres, otros menos, que recurren a un poder mediático basado en la lucha de clases, que hace de los más necesitados la base se su fuerza. La izquierda, democrática o no, a muy pesar de EEUU, maneja la voz política en Latinoamérica. Que la izquierda es la llave lo pone de manifiesto la reelección estos días en Venezuela de Hugo Chávez como presidente de Venezuela, en el ocaso de Pinochet, enemigo estimado de la siniestra. Pero en América del Sur, no toda la izquierda es uniforme, podemos hablar de tres tipos de izquierda: 1) la izquierda radical, representada por la revolución histórica de Fidel Castro en Cuba, la revolución social de Hugo Chávez en Venezuela y la revolución indígena de Evo Morales, en Bolivia; 2) la izquierda renovada, una izquierda luchadora pero más pausada en las reformas. Sus exponentes son el nicaragüense Daniel Ortega y Rafael Correa, vencedor en las últimas elecciones ecuatorianas. Y por último, 3) la izquierda moderada, cuyas tesis están muy próximas al socialismo no marxista y, por tanto, se asemejan a las políticas europeas. En este grupo se encuadran las tendencias de Lula (Brasil), el argentino kirchner, la presidente chilena Bachelet, Tabaré Silva en Uruguay, el peruano Alan García y Óscar Aria (Costa Rica). En una situación muy similar se encuentra López Obrador, el candidato izquierdista de México que ha intentado, por todo los medios, desligitimar a su rival, Felipe Calderón, vencedor por un puñado de votos en las elecciones presidenciales.
A día de hoy, enfermo el líder cubano, el recién reelecto presidente Chávez ejerce el protoliderazgo de una izquierda que se declara revolucionaria, bolivariana y socialista del siglo XXI. Su confortable victoria, impecable en las urnas, contenida en las calles, podría procurar el aliento de una nueva oleada transformadora, aunque el radicalismo parece estar aislado en América Latina. Pero, la llamada revolución, ¿qué ha transformado hasta la fecha?