El mismo día en que el hombre llegaba a la luna (19 julio de 1969) un hombre se encontraba perdido en el desierto africano del Sáhara. Era Mark Edwards. El fotógrafo británico fue rescatado por un tuareg nómada que lo condujo hasta su gente. Encendieron una hoguera y tomaron una taza de té. El nómada encendió entonces un trasto que, para sorpresa de Edwards, resultó ser un radiocasette. Comenzó a sonar A hard rain´s a-gonna fall de Bob Dylan. El fotógrafo no sólo sintió que había comenzado la era de la globalización. También le invadió un sentimiento artístico, y recorrió en un instante todos aquellos lugares que le habían invadido en su vida. Ese día Edwards se fijó un objetivo: viajar por más de 150 países para fotografiar el choque entre el hombre y la naturaleza. Casi 40 años después, Edwards muestra el resultado de esas fotos en su exposición Hard Rain, donde ilustra cada verso de la canción que escuchó aquel día, perdido en el desierto. La idea es denunciar el cambio climático. Quien sabe, quizás tenga éxito. Como Al Gore. El ex vicepresidente de EEUU y su equipo han conseguido el Nobel de la Paz. Pero aún les queda una tarea más ardua: concienciar a Bush y a otros líderes políticos que cada día cuenta y que luego no habrá vuelta atrás para devolverle al planeta sus árboles, sus montañas, sus manantiales, los animales extinguidos... su color. Sólo encontraremos ladrillo. En Roma, cada vez está más cerca la semana Ligabue. El cantautor italiano es el Leonardo del siglo XXI. Hace de todo: música, películas, libros... Todo tiene un sentido carácter social, pero no le falta romanticismo a sus letras. Por eso hay quien, como yo, lo considera un héroe, un dios. Estos días, los italianos también están muy pendientes de su clase política. El Partido Demócrata Italiano ve la luz en octubre. Es un partido artificial, pero muchos ven en él el salvavidas de la izquierda, que no quiere volver a naufragar. Y aunque tienen mayoría en el Parlamento, cada vez se le hace más complicada la cuesta de via del Corso a la izquierda italiana, que gobierna. He vivido más de un año en Roma, he sido asesor de comunicación para Rosa Nel Pugno, la coalición entre socialistas y radicales, y conozco al señor Walter Veltroni, "sindaco" de la ciudad. Creo que el señor Veltroni lleva muy buenas ideas, pero ideas, no más. Veltroni es más que un político: es una persona con una sensibilidad especial y un gran intelectual (difícil en los tiempos que corren en Italia). El nacimiento de Partido Demócrata Italiano sólo responde a la búsqueda de la novedad en un país donde los políticos no se desgastan (Italia tiene la media más anciana de Europa entre sus políticos) pero donde sí lo hacen los partidos. La gente no tiene confianza en los partidos. Y elevar el nuevo PDI hasta una categoría supranacional (dicho partido también se creará en Francia con Francois Bayrou al frente) parece ser una señal inequívoca de que es un partido serio y alejado de la corrupción. Y sobre todo, una fuerza unitaria capaz de echarle un pulso a la derecha. Si consiguen situarse en el espectro político italiano ganándose, ya no la confianza de los italianos, sino su respeto y su entusiasmo, quizá este artificial partido logre una mayoría estable y haya gobierno para años. Lo deseo por Italia, por Veltroni y por el futuro de la izquierda en un país donde el impacto del demagogo Berlusconi cada día tiene más fuerza. Las razones: que su poder es más del que todos sospechamos y que la izquierda discrepa tanto entre sí que la situación sólo tiene un beneficiado: il caimano (palabra de Nanni Moretti).
10 octubre 2007
09 octubre 2007
DEJA VU
Hay momentos que parecen eternos y momentos tan fugaces que creemos haberlos soñado. La vida está llena de instantes estelares que quisieramos atrapar y guardarlos para siempre. Pero también de tiempos oscuros en los que la lentitud de las agujas del reloj nos desespera. Diez años son insignificantes en el trascurso de la Historia y, sin embargo, comportan una gran parte de nuestra historia. Confieso que a veces veo reflejada en esta España eterna (la del eterno enfrentamiento) otros tiempos que me parecen haberlos ya vivido, pero que sólo son fruto de mi memoria histórica. Son pequeños Deja vu en los que encuentro tinieblas, oscuridad, odio y sufrimiento. Una España que apaga las luces y recupera las armas. Una España en la que reina la crispación y la Democracia es tan débil como la cordura. Yo diría que no hay nada que temer, que no se rompe España ni que los nacionalismos y la izquierda pueden ser los únicos culpables de esta escalada de inconsciencia que nos envuelve: la del empecinamiento en la balcanización de nuestro país. La derecha, alimentando los miedos del pasado, se empecina en retornar a épocas de trincheras. Una oposición debe ser respetuosa y no fomentar la división del único pueblo del mundo en el que se han matado los hermanos. La crispación se alimenta acusando a rojos, socialistas y nacionalistas de ser enemigos de la patria; al no impulsar un texto legal, la Ley para la Recuperación de la Memoria Histórica, que hace justicia a los represaliados y a sus familias, que por fin recuperan el honor de sus muertos y, en ocasiones, sus cuerpos. Pero la derecha siempre ve la paja en el ojo ajeno y cree que nacionalistas y socialistas con esta ley fomentan la división. No piensan lo mismo de la canonización de 498 represaliados por las huestes republicanos. Será el próximo 28 de octubre y con ellos la Iglesia sólo muestra una cosa: a quien sirve y a quien es fiel. Para ellos, los hijos de la izquierda, los laicos, no forman parte de la familia humana. ¿Es que fueron más perseguidos los nacionales durante tres años de guerra que los nacionalistas y gente de izquierdas durante 40 años de franquismo? La Iglesia cae en los mismos erróres que antaño. Propongo una revisión sustanciosa del Concordato que España firmó con el Vaticano en 1979. De no ser así, los socialistas nos estarán tangando. Todo ello mientras Garzón encarcela a 17 asesinos, o en su defecto, mentes perversas que incitan al terror y que dicen trabajar por la liberación del País Vasco. Flaco favor hacen a los suyos. Igual que hacen estos días los radicales catalanes, valencianos, madrileños y andaluces quemando fotografías del Rey. Lo justo sería que el monarca otorgara a su pueblo la libertad de elegir un futuro truncando un 18 de julio. Él lo sabe. Sin embargo, los terroristas no saben que un Estado vasco independiente no podría sobrevivir aislada (España vetaría su ingreso en la UE). Y tampoco que las arcas vascas serían incapaces de soportar el actual grado de gasto en bienestar social. El Rey... El Rey tiene que entender que estamos en el siglo XXI y que la quema de fotografías sólo es el primer atisbo del derivo del pensamiento de nuestra sociedad. Sería sensato que los españoles decidiéramos nuestro futuro. He visto en mis Deja vu que España, mañana, será republicana. Solo me inquieta quién sería su presidente... ¿Carod, Ibarretxe, Mas? Cómo la biografía de García Márquez... vivir para contarlo.
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