El gran Álex Grinjelmo, presidente de la Agencia EFE, escribía en 2004 un sugerente libro sobre el uso y origen de algunas palabras de nuestra l
engua. Lo tituló El genio de la lengua. La lengua, el lenguaje, ese bien del que los humanos disponemos para comunicarnos, que nos hace ser tan distintos a nuestros semejantes los animales, puede ser utilizado de diversas maneras y con distintos fines, pero nunca un discurso en castellano, en la lengua oficial del lugar pongamos por caso, había generado tanta expectación, tanta controversia y tanto rechazo. Ha sucedido estos días en Barcelona, con motivo de las fiestas de la ciudad condal. Rosa Montero leía el pregón bajo una lluvia insultante y abucheos de una gente cerrada en el mundo del nacionalismo, llena de histeria y vacía de historia, que sólo ve ante sus ojos, la posibilidad de resarcirse ante el enemigo español silvando a las palabras de una de las maestras de la lengua de nuestro tiempo. Rosa Montero no sólo es una magnifica escritora, sino que una vez más ha demostrado su valentía y lucidez para expresar en estos tiempos difíciles el valor de pertenecer a lo español, a un colectivo sin repudiar los valores que representa ser de un lugar concreto. Lástima que la lengua a veces se utilice para abuchear sin ningún sentido, y esta vez sólo demuestra que en Barcelona, la ciudad más cosmopólita y abierta del mundo, también, y aunque parezca mentira, existen ignorantes enfadados con el único don que al hombre le hace ser distinto a un perro, un gato o una araña, la lengua. Insensatos.
