07 octubre 2008

EL AMIGO DE LOS TERRORISTAS

Con la Bolsa de nuevo en caída libre, pese al plan de rescate aprobado la pasada semana por el Congreso, y el acecho de una profunda recesión, resulta muy difícil para John McCain darle a esta campaña electoral un giro hacia territorios que le puedan resultar más favorables que el de la economía. McCain no es capaz de ilusionar al electorado estadounidense, que vive sus peores días desde la Gran Depresión de 1929. El republicano no convence en economía, en gestión pública, en educación, en sanidad... y mucho menos en política exterior. Por ello, su candidatura intenta recurrir masivamente al voto del miedo frente a un candidato negro, de extraño apellido y de exótica biografía para el gusto del estadounidense medio. En ariete de esa estrategia se ha convertido la aspirante republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin. Sin ningún argumento, la número dos de McCain acusa a Obama de ser amigo de terroristas. Y todo, cuando su compañero Bush ha desoído resoluciones de la ONU y ha puesto en tela de juicio el equilibrio político del concierto internacional. Ahora, a nivel geopolítico, nadie sabe qué papel juega ni, lo que es más grave, qué y quién es. Bush ha recuperado el mundo de los bloques (el del Mal y el del Bien), la demagogía y, lo más preocupante, ha llevado a la ruina (política, económica, militar y social) a un país, EEUU, sin adversario en el concierto internacional. Hoy se pone en tela de juicio el liderazgo estadounidense frente a otras potencias como Rusia, China o India. También ha sido Bush, gendarme del planeta, el que con su particular forma de hacer política, ha provocado que en países otrora democráticos, se instalen ahora gobiernos de corte dictatorial. Afganistán primero (luego abandonado a su suerte) e Iraq después han centrado los esfuerzos del peor presidente de EE UU de todos los tiempos. Y McCain forma parte de ese pesimismo: es el legado natural de Bush. Frente a éste se alza la figura de Barack Obama, joven, dinámico y dialogante. No tiene la experiencia de McCain, ni ha sido prisionero de guerra, pero anoche, en el segundo debate entre los dos aspirantes a la Casa Blanca se pudo comprobar una vez más, porque las encuestas dan a Obama como virtual ganador. La juventud y el dinamismo de uno y la rigidez y la edad del otro es el principal contraste del desafío dialéctico entre las dos personalidades. En el caso del senador por Arizona, este contraste se ve acentuado por su insistencia de acudir al pasado y a su experiencia. El remasterizado McCain levanta muchas simpatías y suscita respeto entre los estadounidenses, pero no proporciona la seguridad y la autoridad que se requiere para conducir a EEUU en una situación difícil. Por ello, las palabras de Palin señalando la amistad entre el terrorista Ayers y Obama no tienen ningún sentido. El aspirante demócrata a la Casa Blaca es un ciudadano modelo en EEUU. El senador por Illinois ni siquiera sabía que William Ayers, un líder radical de los 60, fundador de un grupo que promovió atentados en EE UU, trabajaba en su mismo edificio de Chicago. Lo que sí sabe, como el pueblo americano, es que McCain es la sombra de una historia pasada, unos ojos tristes, un atardecer solitario. Por su parte, Obama simboliza a esa preciosa niña morena de ojos verdes y traje verde que se incrusta en tu retina cualquier 15 de agosto en cualquier feria de verano. Como ella, Obama te enamora a primera vista y a la segunda te reafirma. Como aquella niña morena de excelsa sonrisa que un día descubres ataviada con un vestido verde esperanza y otro día con uno color rojo pasión. Pero que, siempre es la misma niña dulce. El discurso de Obama me recuerda al contoneo de esa joven muchacha. Levantando pasiones. Puede ser que Obama nunca habite la Casa Blanca, que su vitalidad se esfume como aquella muchacha en la tarde de un viernes desapareciendo en un coche ajeno delante de nuestras narices. Que nunca dicte leyes, como nosotros nunca compartamos las butacas de aquel pase de cine prometido. Pero habrá cambiado la historia de EEUU como tú has cambiado mi vida para siempre. Y, quién sabe, quizás dentro de mucho tiempo la política de este país se reinvente y aparezca en el panorama alguien como el senador Barack Obama. Como aquella noche muchos años después en otra feria de verano nos reinventamos tú y yo resucitando viejos fantasmas y eternas promesas. Sí, la poesía que te susurré estaba hecha para ti. Sí, y pensada para noches como ésas. Noches de verano donde se reinventa hasta nuestra propia existencia.