17 julio 2007

MÁS ALLÁ DEL FACTOR

Los sueños a veces se cumplen. Es verdad que sólo se les cumple a un exiguo tanto por ciento. No hay nada más grande en la vida que cumplir un sueño. Pero ojo, también hay que "currarse" los sueños. El mio, puedo decir, se cumplió. Y hoy, con CENTO PER CENTO, página a la que tengo un tanto olvidada y que ahora retomo, lo pongo en práctica. Porque mi sueño siempre fue alzar la voz. Aquí es donde entra en escena CENTO PER CENTO. Ella recoge mi voz y mi desdén periodístico. Pero hoy no les voy a hablar de mi. Hoy les tengo preparada una buena nueva un tanto personal, un tanto crónica del sueño americano. No es una noticia de las que abren portadas en la prensa. Tampoco es una de esas noticias que necesitemos para seguir viviendo. Ni mucho menos. Es la culminación de un sueño. María era apenas un bebé cuando empezó a cantar las canciones que le enseñaba su abuela. Desde entonces, la música siempre le ha acompañado. Era, es, su sueño. Dió clases de violonchelo, pero también siguió el aprendizaje de otros instrumentos y técnicas musicales. Apenas tenía 15 años cuando grabó una maqueta que tuvieron que subvencionar sus padres, unos padres humildes pero conscientes del potencial de su hija. El talento lo tenía, sólo hacía falta suerte. Escuché hace ya siete u ocho años su maqueta y me pareció el disco de una cantante de verdad. Y María, pese a las dificultades, jamás desdeñó de su empeño. Consiguió, casi sin ayuda, grabar dos discos. Ahora, ha sido un programa de televisión, Factor X, el que le ha dado la fama. Y ahora, María Villalón no desperdiciará la oportunidad. Ella es consciente de lo que vale un sueño hecho realidad. Ronda la espera, pero antes, María tiene que volar por ese sueño que ya es real. En una ocasión, hace años, le dije que los sueños se cumplían. No era un consuelo. Era una premonición, un deseo. Ahora, verla como la veo me pone la piel de gallina. La voz de CENTO PER CENTO no es muy fuerte. Pero yo sé que la tuya, María, nos va a traer muchas alegrías. Mucha suerte y, nunca dejes de ser la maravillosa niña que conocí en las calles de mi Arriate.