Era un ángel. Llegué a sentirme ridículo bajo el halo de su sonrisa. Quise parar el tiempo y hacerlo eterno. Pero el reloj no me permitió hacer malabarismos. Sentí que había perdido cinco años de mi vida escondido en una madriguera. La verdad está aquí, fuera, en cualquier rincón. Pero siempre lo descubres demasiado tarde. Tras el mostrador, sus ojos. En su visceral mirada se perdía un horizonte de veleidades. Yo vi la luz y por un momento creí que me pertenecían tus secretos. Pero quedas muy lejos, en ninguna parte. Sé que sólo podré gritar tu nombre y recibir el eco. Tú seguirás tras el mostrador regalando sonrisas, alumbrando con tus ojos a seres que no distinguen realidad de ficción porque están demasiado ocupados para ello. Yo sé que existes, eso me basta. Como existen las praderas, el océano y los atardeceres. Como existen los sueños, las alegrías y los deseos. Te veo en tu dehesa extremeña, donde eres feliz. Y un aire frío me empuja hacia tus ojos. La luz que te envuelve me acompaña. Será mi compañera. Grito tu nombre, y en efecto, sólo el eco me responde. Pagaría para que todo fuese diferente. Pagaría para que cada instante de mi vida lo llenase esa luz, esa sonrisa. Me miras en la noche y despierto a una nueva vida que te pertenece. Eco... Eso mismo ha debido pensar Hillary Clinton tras las primarias en Carolina del Sur, donde su rival a la candidatura demócrata a la Casa Blanca ha doblado el apoyo de la senadora por Nueva York. Mi admirado Obama Barack, el hombre llamado a cambiar el curso de la historia, ha conseguido el apoyo del 55 % de los electores de una región, Carolina del Sur, donde el desempleo sigue superando la media de EEUU en varios puntos. El apoyo de los afroamericanos ha sido vital. Pero Barack no quiere que la campaña se convierta en una lucha de ricos contra pobres o de negros contra blancos. Es una disputa del pasado, la vuelta de un Clinton, contra el futuro. Y éste lo representa Obama como nadie. El senador de Illinois es, como tú, una luz que irradia a los demás sentimientos positivos. Ha llegado vuestra hora, aprovechadla. Un mensaje que también puede valer para el alcalde de Roma, Walter Veltroni. Con la caída del Gobierno de Prodi, el sindaco más popular de Italia se convierte en una baza de futuro para la izquierda de ese país. Pero antes deberá convencer a comunistas, a democristianos, a parte de la izquierda no comunista, a la Alianza Nacional de Fini y a las ansias de poder de Berlusconi de que lo mejor para el país es un gobierno de transición que reforme la inoperante ley electoral. En 2009 podrán llegar las elecciones y vislumbrarse la estabilidad que Italia necesita. Para entonces el horizonte quizá me devuelva algo más que el eco de tu nombre.