Me enseñaron una regla: nunca puedes volver atrás. Aún así, entré en la habitación y me pareció más fría, más oscura y más pequeña que nunca. Recordé los momentos maravillosos que habíamos vivido en ella y las veces que me guardé un te quiero. Ya no vienen a visitarnos los ángeles para traernos su luz. Ahora, la vida nos lanza dardos y recuerdos. Es como un boxeador que nos quiere sacudir hasta dejarnos en la lona. A veces quiero estampar la vida contra cualquier pared cansado de esperarte, cansado de estar cansado. He rezado hasta la saciedad, pero no ha valido para nada. Te precipitas hacia la nada como un globo que se escapa de la mano de cualquier niño, como aquel globo que compramos para tu sobrino junto al lagueto de EUR. Eran otros tiempos en los que creía en Dios. He perdido la fe porque ya nadie escucha mis ruegos. Ahora resulta que un teléfono vodafone es el hilo de comunicación directo con Dios. El viernes pasado, justo hace una semana, tuve un encuentro con su secretaria particular, un ángel con pantalón vaquero que hablaba con acento extremeño. No lo voy a negar: he vuelto a creer en Dios. Cada mañana me levanto esperando conocer alguna noticia suya que nunca llega, quizá porque está muy ocupada con sus teléfonos. Sé que una voz interior le está animando a ser valiente y a cambiar radicalmente su vida y todo aquello en lo que cree. Los cambios siempre fueron difíciles, no te culpo a que seas reacia a realizarlos. Pero, ten en cuenta, ángel de mi guarda, que hoy, mañana y siempre contarás con mi aprecio. La lástima de este asunto son los días que me he perdido sin saber de tu existencia. El cielo está lleno de estrellas, pero ninguna brilla más que tú. Eres la última oportunidad que me queda para hablarle a Dios de tú. Para recuperar mis ilusiones, para vivir la vida. Como Florida fue la última oportunidad de engancharse a la candidatura republicana a la Casa Blanca para Rudolf Giuliani. Apostó todo a una carta y... menudo fiasco. El ex alcalde de Nueva York, uno de los favoritos entre los halcones para suceder a George Bush, se creyó tan superior al resto de candidatos que prefirió jugarselo todo en Florida. Pero Florida le dijo no rotundamente. Era su primera, pero también su última oportunidad. Cómo la de John Edwards. En 2004 secundó la candidatura del demócrata John Kerry, que no pudo con Bush hijo. En estas primarias se había lanzado en solitario, pero ha tenido que dejar el camino libre para ese Fórmula Uno llamado Obama Barack, al que el propio Edwards apoya, aunque entre bambalinas. Todo parece indicar que el duelo por la Casa Blanca lo protagonizarán Hillary Clinton y McCain. Si gana Hillary, la Casa Blanca habrá estado ocupada los últimos 24 años por dos familias, los Bush y los Clinton. Es la dictadura de las dinastías. Pero confío en que el tapado Obama nos dé alguna alegría. Queda poco para el Supermartes, abróchense los cinturones. Martinez Camino no irá al Supermartes. Pero nos ha dado el jueves. Como portavoz de la Conferencia Episcopal ha expuesto contundentes razonamientos para deducir que la aversión episcopal hacia el actual Gobierno y contra el PSOE no tiene remedio. Sin cortarse un pelo ha dicho que del voto moral y responsable depende la democracia y que no hay democracia sin moral. Y se ha quedado tan pancho... Luego ha reiterado que los católicos (y todos los que deseen escuchar a los obispos) deben acudir a votar a partidos y programas compatibles con la fe y las exigencias de la vida cristiana. Como si la sociedad española fuese un niño al que hay que llevar al colegio de la mano. Esto si que es caciquismo y no los 400 euros por deducciones en el IRPF anunciados por Zapatero. Basta de falsa moral. Los Obispos están tan alejados de la vida real en sus palacetes como del Reino de Dios. Ya nadie se acuerda de cuando Franco entraba bajo palio en las catedrales españolas. ¿Era democracia aquello? ¿Era libertad? Tampoco recuerdan a los sacerdotes haciendo el saludo fascista en la calle. ¿Qué fe era esa? ¿Qué exigencia cristiana? Razones como éstas hacen que me aparte de la senda. Ahora lo tengo más difícil. La secretaria de Dios está tras un mostrador de vodafone. El último paso será averiguar su número de teléfono para debatir directamente con el jefe. ¿Será la última oportunidad para salvar la fe? Ahora sólo queda saber si ella está de acuerdo en hacer de intermediaria. O más. Mil calles llevan hacia ti, y yo no sé cual de elegir.