Irascible, tras las sombras de la noche, vagaba reflexivo aquel famoso violonchelista. Lo atisbé desde la ventana de mi habitación. Eran las cuatro de la madrugada pero para él se había parado el tiempo. Madrid era un laberinto de vicios consumados y en la soledad de la noche, las inquietudes de la existencia hacían mella en el pentagrama vital de nuestro músico particular. Aquella noche se despertó sobresaltado, como si de repente se hubiesen derribado todas las ilusiones qe albergaba. Aquella noche halló lazos de unión entre su amada música y su denostada política. En la inmensidad de sus sueños comprendió que, como su instrumento, la política se coge con la izquierda y se toca con la derecha. Él, defensor a ultranza del obrero, de la clase humilde, sintió estar traicionando a los suyos. Desde entonces, lo veo deambular fuera de sí por las calles vacías sin encontrar ninguna respuesta que calme la tempestad de su ser. Se le había parado el tiempo. Una verdadera porcata. Porcata es la palabra que usan los italianos para denominar el juego sucio, lo que nosotros solemos llamar putada. Putadas como la que sigue coleando estos días y que tiene como protagonista a Alberto Ruiz-Gallardón. El alcalde de Madrid es un animal político y, hasta ahora, el principal activo del PP para las elecciones que se avecinan. A pesar de que la derecha tiene las ideas claras se les han enturbiado con los sentimientos a la hora de confeccionar las listas al Congreso al decidir apostar por un viraje hacia la ultraderecha en lugar de hacerlo hacia el centro. Y a pesar del avance del PP que vaticinan las encuestas, me juego una cena a que Rajoy no gana las Generales. Ruiz-Gallardón es el violonchelista del que hablaba antes. El personaje que necesita la derecha española para recuperar el poder: aúna carisma y moderación. Me irrita enormemente ver a Acebes diciendo que no nos podemos fiar de Zapatero por sus mentiras. Habla de puta La Tacones... Para porcata, la clase política que les ha tocado a los italianos. Finalmente, y tan sólo después de 20 meses en el poder, ha caído el Gobierno de Prodi. Lo ha hecho al perder la confianza del Senado, donde el Adeur, los democristianos de Mastella, le han retirado el apoyo. Hasta hace unas semanas Mastella era ministro de Prodi, pero tuvo que dimitir por un escándalo de corrupción en el que aparecía su nombre y en el que estaba involucrada su mujer, la Presidenta de la región de Campania. Un hecho que Mastella ha ligado a la política. Lo que necesita Italia es un gobierno de transición que integre todas las fuerzas políticas. Y a eso se dedica ahora el Presidente de la República, Giorgio Napolitano. Un Ejecutivo que deberá afanarse en cambiar la actual Ley Electoral para acabar así con la dictadura de los partidos pequeños que paralizan la política italiana. Una ley que Calderoni, ministro durante el segundo gobierno de Berslusconi, confeccionó según los designios de Il Cavaliere. Era marzo de 2006 y faltaba un mes para las elecciones. Desde 1946 Italia ha tenido 59 gobiernos con un promedio de poco más de 12 meses de duración. Berlusconi sigue añorando el poder. Italia busca nueva clase política. No más de lo mismo. Veltroni pujará fuerte con su recién creado PDI. Mientras, todo parece listo para ilegalizar de una vez por todas PCTV y ANV. Y en Carolina del Sur, mi admirado Obama sigue estando por encima de Hillary Clinton, que sigue recortando distancias con el Senador de Illinois y que probablemente será la candidata demócrata a la Casa Blanca. Porca miseria. Parece que todo en el mundo seguirá igual y que mandarán los mismos. Y mientras, nosotros, compartiendo tapas y miradas en una taberna de Madrid. Se paró el tiempo, sí.