11 febrero 2008

EL SUEÑO DE OBAMA

Te imagino tras el mostrador, atendiendo cualquier llamada y pensando en que llegue la noche para poder mirar al cielo, divisar las estrellas, respirar aire puro y sentirte libre. Te imagino escuchando esa canción que tanto te gusta, aferrándote a esa letra que tanto te importa porque crees que en cada sílaba esta una parte de tu vida. A veces las cosas son más simples de lo que creemos, de lo que tú crees. Y cuando caes, sólo tienes que recordar aquel poema de Bécquer: volverán las oscuras golondrinas, de tu balcón las tapias a escalar... A veces pienso que no tengo nada que ofrecerte, a veces creo que son tantas mis ganas de tenerte que estropearé este sueño con el simple hecho de abrazarlo, de abrazarlo fuerte para que no te vayas, para que estés siempre aquí, conmigo. Un sueño que a veces duele, un sueño que me hace sentir vivo y del que no quiero despertarme. Quizás un día sabrás las historias que arrastro. Me conocerás un poco mejor. Y yo a ti, y ya no podrás decir que no te conozco, que no puedo verte en todas partes, en todas las cosas y a todas horas. Has llegado con los primeros rayos de una mañana soleada, en pleno invierno. Raro. Pero has llegado. Tu luz es el camino. Sé que en ocasiones quiero hacerla mía, que no me pertenece. Lo sé. Y lo daría todo por tenerla. En la vida todo es posible. Yo sé de un lugar donde todo se puede, donde todo es posible: EEUU (también es el país de la guerra, de Guantánamo, de las diferencias raciales y económicas...). Allí, un joven político afroamericano hecho a sí mismo, senador por Illinois y comparsa, a priori, hace unos meses en las primarias de los demócratas, sigue soñando. Como yo contigo. Y es que el poder de los sueños es inconmensurable. Obama, como yo, cree que sí, se puede. Hoy por hoy, el gran tapado, ha recaudado para su causa más dinero que la mismísima Hillary Clinton, que apoyada por Superdelegados o no, ha tenido que poner dinero para la campaña de su propio bolsillo y ha visto como se van recortando sus posibilidades tras caer derrotada en cinco Estados de forma consecutiva. Incluso ha cesado a su directora de campaña para intentar dar un giro a su carrera hacia la Casa Blanca. Si gana Obama, ganamos todos. Porque su sueño es nuestro sueño (incluido ver un atardecer bajo la más dulce de tus mirada). No sé si Obama será el próximo presidente de los EEUU de América. Quizás su sueños se desvanezcan como un globo a pesar de su fuerza, de su carisma, del seguimiento entre las masas. Le podría pasar algo similar a lo que le sucedió a Jesse Jacksson, negro, cristiano, estadounidense, demócrata y seguidor y amigo de JFK y Martin Luther King. Como Obama. Jesse Jaksson fue candidado demócrata en las primarias de 1984. Y como Obama, rozó la gloria (ojalá ahora Obama sí lo consiga). Tuvo un sueño, pero no lo consiguió. Por ello la irrupción, cada vez con más fuerza, de Obama es importante. Porque, aunque no gane la nominación demócrata, ha conseguido ya un logro impresionante: volatizar aquel prejuicio según el cual pasarían muchas generaciones antes de que un negro pudiera ser elegido presidente de EEUU. Obama sigue alimentando ese sueño. No podía cerrar el fin de semana de mejor manera. Después de endosarle cinco goleadas consecutivas a Hillary, se desquitó con Bill Clinton y le arrebató el Grammy al mejor libro (hablado) por la versión en audio de La audacia de la esperanza: reflexiones sobre como reclamar el sueño americano. Porque los sueños son muy dulces, sí, pero también pueden arrastrar tus vísceras hacia los eriales de la sinrazón, hacia los rincones más lúgubres de la existencia humana. Hacia el olvido. Que Obama llegue a la meta es la culminación de un sueño. Tú eres un sueño en sí y mi meta... mi meta es sentir que no pasará un día en que no brillen tus ojos en mi retina.