Hay memoria. La hay en una cloaca y en cualquier arcén de carretera. Hace 30 años y ahora. La tiene Bardem, que dedicó el recién logrado Oscar a sus ancestros. A sus abuelos, a su madre. Sin memoria no hay nada. Javier Bardem pertenece a una ilustre saga que ha vivido (y vive) en los escenarios y las pantallas españolas. Y como nuestro cine ya traspasa fronteras, a Bardem le ha llegado el merecido premio de la Academia del cine norteamericano. Él ha sido el primer intérprete español en conseguirlo. Y como tiene memoria, parte de ese galardón lo compartió con España, un país que a Bardem también le duele. El discurso patriota ya está demasiado molido como para ganar votos. No se es más patriota por portar una banderita en la solapa de la chaqueta. De ser así, estaríamos perdidos. España es de todos y para todos. Y de Bardem, el primero. Javier siempre ha sido un actor muy comprometido con la realidad social de España. Como ejemplo, algunas de sus películas: Los lunes al sol o Mar adentro. También Invisibles, un documental que narra cinco historias que giran en torno a la guerra y a la enfermedad. Un proyecto en el cual Bardem ha participado como productor. Javier ha ganado el Oscar al mejor actor de reparto gracias a una película de los hermanos Coen, No es país para viejos. Según la Academia, la mejor de 2007. Y es que ya no hacen películas como antes, ¿verdad señor Arias Cañete? La misma película de siempre es la que hemos visto este lunes en el primer cara a cara de la campaña electoral. Zapatero y Rajoy repitieron el desencuentro de los cuatro últimos años. Ambos me decepciaron, sobre todo Zapatero, que se mostró impasible ante los ladridos del candidato del PP. Me chocó que el presidente no vendiera sus logros sociales en la pasada legislatura, su plato estrella. Mientras, Rajoy sí hizo lo que tenía que hacer. Fue muy agresivo, pero se olvidó de proponer. Quiso evitar a toda costa que ZP tirara de chequera. De la de la memoria. Porque hay que tenerla. Por el Prestige, que a tanta gente de bien destrozó la vida. Por la Guerra de Iraq, una guerra a la que fuimos sin ser nuestra. Por los decretazos, que tanto mal y tanto odio intentaron sembrar. Yo aún lo recuerdo, fue ayer. Y ahora el dobermán amaga con volver porque la esperanza es lo último que se pierde (algunos la tendrán que seguir aguantando, incluso, después del 9 de marzo). No creo en las encuestas de vencedores ni vencidos (esos sólo yacen en cualquier arcén de carretera). Pero creo que Rajoy se cebó con el terrorismo de ETA en una legislatura en la que afortunadamente sólo ha habido cuatro asesinatos. Zapatero no hizo concesiones políticas ni dio réditos a pistoleros a sueldo. Fue la paz o la nada. Y sin llamar a los terroristas Frente Nacional de Liberación Vasco. ¿Doble memoria o doble moral? Juzgen ahora que están a tiempo. No esperen a que la Junta Electoral se les mee encima como al líder de los socialistas madrileños. Tomás Gómez no pudo dar un mitín por un aviso de bomba. 800 personas esperaban su intervención y tuvo que utilizar un altavoz de un coche policial para avisar que no habría acto. Aguirre denunció y la Junta Electoral lo llevó a trámite. Sin embargo, en esta escasa semana de campaña, la presi ha inaugurado dos hospitales sin que la Junta Electoral haya dicho nada. La derechona sigue dando patadas cuando las cosas no salen como ellos quieren. Pero este no es un país para carcas. Se encienden tus ojos en mi dorada memoria de juventud. Quedas un poco más lejos. Si estuvieras aquí, repetiría hasta la saciedad el mismo discurso: te quiero. Y crisparía a tu alma con dulces palabras. Rajoy compra crispación en la otra esquina, donde el dolor y el odio se conjugan con la memoria de una derrota no digerida. Sólo así se explica que acusara a ZP de agredir a las víctimas de ETA. Si Zapatero no se lució en este primer debate fue por estrategia. Como González en 1993. En el segundo habrá turno de réplica y KO fulminante. Mirándolo desde otra perspectiva, hay algo que habríamos ganado con la victoria de Rajoy en 2004: José Francisco Álcaraz seguiría ejerciendo de peluquero y nadie sabría de su existencia. No todo podría ser negativo. Hay memoria. Y suficientes motivos para creer.