La última moda en EEUU es el shoefiti. Auguro que no tardará en llegar a España. ¿Qué es el shoefiti? Difícil de explicar. Su traducción nos lleva a pensar que es un grafitti hecho con zapatos. Podría serlo, juzguen ustedes mismos por la imagen. En realidad, esta moda consiste en colgar zapatos en lugares elevados, como semáforos, señales de tráfico, cableado urbano... Imágenes modernas que tienen un toque de tradición: hasta muy avanzado el siglo XX, las señoras de Trastevere, corazón de la Roma profunda, colgaban sus prendas en los balcones, en cuerdas trenzadas entre ventana y ventana. Entonces, aún, existían los vecinos. Ahora, el capitalismo ha terminado con ellos. Y los necesitamos. El shoefiti es también, y en cierta medida, una forma de marcar territorio. Los zapatos están más cerca de ese lugar llamado, cielo. No en el limbo. Ese lugar ya no existe. Lo dijo Juan Pablo II poco antes de morir. Amén. El papa Wojtila quiso asegurarse que su hermana, que murió antes de recibir el bautismo, se había salvado. Que no deambulaba por lugares inóspitos. Y suprimió ese lugar tenebroso que había engullido durante siglos a los hijos de los pobres. Tres años han pasado desde aquel dos de abril, desde la muerte de Juan Pablo II. En Iraq aún no ha habido fumata bianca. El limbo se instaló en Bagdad, muy a pesar de su santidad. Porque, Juan Pablo II sigue siendo para muchos el Obispo de Roma. El derecho canónico marca que una beatificación debe comenzar cinco años después de la muerte de una persona. Y que se deben demostrar al menos, dos milagros de ésta. El Vaticano se ha saltado la primera de ellas a la torera. Para la segunda ha encontrado una monja. Curioso. Aún así, yo soy partidario de su beatificación, de igual manera que me opuse a la masiva canonización de octubre. Ya nadie cree en milagros si no son económicos. Como el español, en los últimos años. Pero ahora, nuestros bolsillos empiezan a notar tiempos de vacas flacas. No hay explicación certera. Así funciona el mercado, la economía sin planes quinquenales. El 9 de marzo los españoles elegimos a la persona que debe devolvernos las ilusiones: Rodríguez Zapatero. Y ahora empiezan los rumores sobre quienes le acompañarán en la tarea. Parece seguro que De la Vega, Solbes, Moratinos, Bermejo, César Antonio Molina y Bernat Soria repetirán en sus ministerios. Está por ver si lo hará Rubalcaba. Yo creo que seguirá en Interior. Mi apuesta para Defensa es una mujer. Carmen Chacón. Estarán a la altura y es de justicia histórica que por primera vez una mujer ocupe esta cartera. Aunque Chacón también sonaba como sustituta de Caldera en Trabajo y Asuntos Sociales. O sólo de la segunda. Finalmente no lo será. Ese puesto será para otro catalán. Miguel Sebastián, el amiguísimo de ZP, entrará en el Ejecutivo. Su destino, un nuevo ministerio: Innovación y Empresa. Aunque puede ir a Industria. José Enrique Serrano, sombra de Zapatero en la oposición y en La Moncloa, será ministro de la Presidencia. Eso parece. Con Jesús Caldera y Magdalena Álvarez cualquier cosa puede pasar. El primero quizás no continúe. Mi apuesta para la segunda es que seguirá en Fomento si no es así, podría pasar a Agricultura. La cuota andaluza pesa. Y mientras, tú y yo aquí blandiendo espadas y matándonos en vida. Sin saberlo. Sin quererlo. Porque el amor si no muere, mata. Lo decía Sabina. Nadie cantó en la pasada Cumbre de la OTAN, pero Bush y Zapatero se volvieron a encontrar. Apenas se saludaron. Quizá esté equivocado y el shoefiti tarde un poco más de tiempo en decorar nuestras calles.