Hubo un tiempo en que, como escribió Julie de Lespinasse, se amaba "como hay que amar: con exceso, con locura con desesperación". En Palabras de amor, su último libro, el filósofo José Antonio Marina ha buceado en más de 1.000 cartas de enamorados escritas a lo largo de 4.000 años para contestar la pregunta que lleva siglos haciéndose el hombre: cómo hacer que la pasión perdure. La pregunta no sería difícil de contestar si tus ojos no se hubiesen esfumado aquella tarde gris. Pero lo hicieron. Muchos meses después, cuando ya había dejado de escribirte cartas, poemas y canciones; cuando las amistades de noches noctámbulas y penurias ya se habían diluido (sin pretenderlo) y Madrid era la reina de todas las ciudades, de todos los recuerdos y de todas las adolescencias que persiguen un sueño, encontré aquel libro, como si hubiesemos estado predestinados. Al deslizar mis torpes manos sobre él, me acordé de aquella primera vez que nos besamos y nos dijimos te quiero. Fue en una habitación con vistas y tú cerraste los ojos, como queriendo grabar ese momento para siempre. Al igual que tú, y pretendiendo retenerte, cerré mis párpados cuando, al ojear las páginas de la nueva obra de Marina, leí en ella las tres primeras palabras, que inexplicablemente resultaron ser tu nombre, Roma y amor. Y así volviste una vez más hasta mí, sin saber el porqué, como cada vez que se avecina marea en el PP vuelve Esperanza Aguirre aspirando a ser la mesías de su partido. La lideresa dice asumir "responsabilidades políticas" con el cese del oscuro López Viejo. Rema a contracorriente y, en lugar de explicar a los ciudadanos el porqué del abandono del ya ex consejero de Deportes, Aguirre ataca ferozmente a los socialistas, ningunea al juez Garzón y llama a Bermejo "ministro furtivo". Ahora resulta que va a tener que ser Garzón el que pida perdón a los dirigentes del PP por descubrir como algunos hacen de su posición un lugar privilegiado mediante el cual llenarse los bolsillos. Para Aguirre sólo existe una verdad: "la corrupción suele ser cosa de los socialistas". Es cierto que los últimos gobiernos de Felipe González quedaron bajo sospecha. Entonces, el PSOE pagó las consecuencias de contar entre sus fieles con los fieles del interés propio, como fueron los ya conocidos Juan Guerra, Roldán, Barrionuevo, Vera o Mariano Rubio. Sin embargo, la corrupción no pertenece a ningún partido, sino que son elementos propios de la malicia y el egoísmo de los seres humanos. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Si a Aguirre le parece que entre sus militantes no hay personajes iguales, o peores, que los socialistos que he citado, va apañada. Si cree que ser del PP implica compromiso, honestidad absoluta y que a raíz de ello sus bases escriben odas y cartas de amor a sus máximas y a sus líderes, apaga y vámonos. No puede ser que esta mujer sea tan vil, tan provocadora y tan sectaria. Pues sí, señora, la trama de corrupción de Correa existió, benefició a muchos dirigentes de su partido, incluido a cargos de su Comunidad, que es jauja, y de Valencia. Y hasta ha salpicado a su homólogo valenciano, el bienaventurado Camps. Es de risa que los desmentidos ni tengan datos ni color. Y que se debata si Garzón es socialista o no lo es. Rídiculo me parece que el PP ponga en tela de juicio la actuación de la fiscalía contra sus cargos, y no se miren a sí mismos para advertir todo aquello que están haciendo mal. Rajoy decía el otro día que si Zapatero mantenía a Bermejo es porque ZP es como el ministro. Un silogismo estúpido. Yo podría decir ahora que si Rajoy mantiene a Fabra es porque el lider del PP es como el impresentable presidente de la diputación de Castellón, que ya "no sabe a cuántas personas ha colocado". El único error de Bermejo ha sido acudir a una cacería sin licencia, nada más. No vi a nadie del PP denunciar la cacería de Fraga cuando éste se encontraba en montañas no muy lejanas y desiertos remotos tras el caso Prestige. Ibarretxe "Nunca mais". Ésa es la propuesta que hacen estos días los socialistas vascos, pensando en las elecciones autonómicas del primero de marzo. Ahora que Patxi está cerca de ser lehendakari, los peneuvistas echarán en falta a alguien coherente como Josu Jon Imaz, que tuvo que abandonar su partido por la puerta de atrás. Ibarretxe se mantuvo con su plan soberanista, que nació muerto, se fraguó sin apoyos y que ahora reside en las clocas, donde presumiblemente morirá en esta nueva legislatura. Estos días el pueblo vasco susurra un canto que augura el cambio. Touriño, sin embargo, se ha olvidado de las esencias del socialismo entre despachos y coches inexpugnables, como si fuese a combatir a una batalla de una guerra que no le pertenece. Los carros de combate los pone el BNG cuando deriva el viaje a Portugal de unos jubilados y los hace bajar en Oia para que su líder, Anxo Quintana, ofrezca un mitín en el que procura no criticar a sus socios de gobierno, porque sólo un buen resultado del PSOE en Galicia le garantiza volver a ser vicepresidente. Un poco más hacia el este, pero siempre al norte, en un pequeño barrio obrero de Barcelona, una sonrisa me despierta de esta hibernización cuasi eterna. He estado demasiado tiempo persiguiendo pájaros etéreos atrapados en escarcha. Yo sé que tengo muchas cosas que decirle. Y ella también lo sabe. Pero esperaremos a que Underground sea el lugar común de todos los destinos y la Diagonal de la Ciudad Condal se convierta en nuestra Roma particular, allá donde confluyen todos los caminos. En las rutas de todas las guías de viaje aparecerán palabras de amor escritas un tiempo en que los sueños se bailaban en una pista de baile y amábamos "con exceso, con locura y con desesperación" en la soledad ardiente de nuestras íntimas madrugadas. Palabra.