De vez en cuando surgen historias como las de Antonio Márquez. Este escritor nacido en mi Arriate (Málaga) lleva décadas establecido en Nueva York. Allí se ha labrado un nombre en la escena literaria. A menudo regresa a casa para pasar unos días y asistir a inauguraciones, como la de la muestra de su maestro, Juan Ramón Jiménez en junio de 2008. Puede que haya sido la última vez que este octogenario haya pisado su tierra, nuestra tierra. Consciente de ello, tras la presentación, emocionado y nervioso, anunciaba su intención de donar todo su legado a la Consejería de Cultura, que preparaba una reedición de una de sus obras, reedición que se debe encontrar perdida por el camino, como tú te perdiste otro mes de enero tan frío como este sin que yo pudiera advertirlo. Los grandes acontecimientos suceden de la forma más inesperada. Puede que, como la obra de Antonio Márquez a este lado del charco, mis sentimientos no sean muy conocidos, pero al igual que los responsables del Centro Andaluz de las Letras reivindican la trayectoria de este autor que "nunca ha olvidado sus raíces" yo reivindico la profundidad de mi ausencia, que ya no es sólo física, sino también moral. Según el filósofo polaco Zygmund Bauman, "la vieja sociedad liquida, construida sobre bases estables como la familia, el empleo, los amigos, la pareja y las instituciones políticas se ha desvanecido. La posmodernidad ha roto todos los anclajes. Nos movemos en un entorno precario y cambiante, en el que antiguos valores como la fidelidad, la duración o la renuncia han perdido su significado". Pero sigamos con mi paisano. Antonio siempre buscó convertir todo lo que toca en una experiencia vital, apasionante. Jesuita durante 12 años, dos de ellos como misionero, ha discurrido luego por los derroteros de Gandhi y Marx, con una estancia intermedia en la fe anglicana. Sus convicciones marxistas no le impidieron, ya en 1959, proponer una transición política en España a través de la Monarquía. La acción le costó un destierro. A Antonio, comunista confeso de toda la vida (su sobrino Juan Antonio fue el primer alcalde democrático de Arriate en 1979 con el PCE), los neocomunistas de Arriate, que gobiernan férreamente a nivel local desde hace 14 años, no le quieren dar lo que merece. Siempre tuvo problemas con sus amigos marxistas, porque Antonio es una persona sin ataduras. En 1958 escribió el libro Sobre la situación en España, en el que adelantaba que el éxito de una transición pacífica una vez desaparecido Franco pasaba por una monarquía parlamentaria de corte socialista. La obra le valió el rechazo de los marxistas (tan intransigentes como de costumbre), por su carácter monárquico, y la declaración de prófugo de la justicia española. Así, el pasado noviembre, no es de extrañar que Gaspar Llamazares abandonara el invento de IU criticando a la formación por "sectaria, dogmática y tribal". El ex coordinador aboga por "refundar la izquierda", tan volátil. Usa un lenguaje arcaico, taciturno, sembrado de dudas. No es de extrañar que Zapatero haya arañado votos de la izquierda más arraigada. En la actualidad IU cuenta con sólo dos diputados en el Congreso, sus peores resultados en más de 30 años de democracia (incluyendo el periodo del PCE). Ahora llega Cayo Lara, que lo primero que hizo como coordinador de la formación fue alentar a una huelga general contra el Gobierno. Así, de repente, sin consultarlo con los trabajadores (sindicatos) y sin proponer antes nada para salvarnos de la crisis que nos afecta, la más grave desde 1929. Es la estrategia del derribo, que sigue las premisas de aquella famosa e histórica pinza que Anguita acordó con el PP para que los socialistas no se perpetuaran en el poder. Pero esta vez se encontrarán con una sociedad más madura. IU, quizá desgraciadamente, está abocada a la desaparición. La cuestión es que, tras el gris liderazgo de Llamazares, la formación ha decidido optar por un comunista integral como Cayo Lara. Pese a que el contexto le favorece (crisis económica, elevado desempleo), creo que el declive de IU no se detendrá. La elección de Lara supone que IU será un vehículo aún menos apto para dar cauce electoral atractivo a la izquierda volátil (según la expresión de César Molinas), ya que el componente comunista es mucho más débil de lo que el predominio del PCE dentro de IU llevaría a imaginar. Así las cosas, la gran cuestión es qué va a ser de ese caudal electoral que podría dejar huérfano la volatización de IU. Aún en plena debacle, la formación ha sido votada por un millón de personas, volumen más que sobrado para decantar el resultado global de unas elecciones tan disputadas como vienen siendo las Generales en nuestro país desde 1993 (excepto la excepción del año 2000). Por eso Zapatero, bajo la batuta de José Andrés Torres Mora, diputado por Málaga y hombre de confianza de ZP mientras estaba en la oposición, se escoró hacia la izquierda, consciente de que allí podría pescar una buena cantidad de votos. Otros decidieron permanecer fieles a IU (heredero del PCE), aún a sabiendas de que su cierre por derribo ya sólo lo salva una nueva ley electoral. Algunos, decia, permanecieron fieles porque están anquilosados en fórmulas, ideas y estructuras del siglo pasado. Porque dentro de la izquierda existen personas aún más reaccionarias que en la más extrema izquierda. O estás con ellas, o contra ellas. Nos fijamos estos días en el ejemplo de Fidel, cuya revolución cumple 50 años. El pueblo le siguió como una luz porque creía que con él Cuba sería un país rico, libre y lleno de oportunidades. Hoy, medio siglo más tarde eso no ha sucedido. La isla está sumida en la más horrible de las pobrezas. Y desde finales del año pasado, no tenemos noticias del Comandante, a quien una terrible enfermedad le retiró del liderazgo del país en julio de 2006. Su lugar lo ocupa ahora su hermano Raúl. En Miami celebraron incluso los futuros cambios, la apertura de la isla, su probable democratización... Pero aún nada de eso ha llegado. Unos dicen que Fidel ya ha muerto (posibilidad alimentada tras unas declaraciones de Chávez), y creen que el silencio que guarda el régimen al respecto es significativo. Piensan, incluso, que la cúpula castrista espera la llegada de Obama para anunciar la muerte del Comandante, para no tener que entregar así su cabeza en bandeja a Bush. Recuerdo como en julio de 2006, Mirta Díaz-Balart, primera mujer de Fidel (y madre de su único hijo varón) fue informada de la grave situación de éste. Así, a marchas forzadas, casi a contracorriente, Mirta cogió el primer avión con destino a Cuba desde Barajas. Aquí, en Madrid, al cuidado de su actual marido permaneció mi antigua profesora Mirta Nuñez Díaz-Balart. Horas más tardes, cuando su madre recién había aterrizado en tierras cubanas, tuvo que telefonearla para anunciarle la muerte de su actual marido. Una historia trágica, como lo fueron aquellos largos meses en los que inicié el camino de regreso a ninguna parte, los estadios gritaban llenos y tú colgabas el cartel de no disponible junto al de no hay billetes, como si los sentimientos se pudieran comprar o se eligieran. A Fidel, como antes a otros líderes políticos, se le ha acusado de ser demasiado mayor para liderar Cuba. Pero yo opino que la edad no está reñida con las facultades ni las aptitudes personales. Así descubres como Giulio Andreotti, más conocido como Belcebú (sobrenombre que acuñó su rival, y luego aliado, el socialista Bettino Craxi) está a punto de cumplir 90 años sin remordimientos y manteniendo aún una intensa actividad pública. Este hombre ha sido todo, y elevado a la enésima potencia. Siete veces primer ministro, ocho ministro de Defensa, cinco veces de Exteriores, en tres ocasiones ministro de Administraciones Públicas, dos veces ministro de Finanzas, otras dos de Industria y una vez ministro de Economía, de Interior, de Cultura y de Políticas Comunitarias. Andreotti es toda una leyenda, la encarnación viva de la política italiana del último medio siglo. Belcebú ha mantenido relaciones sombrías con la logia masónica P2, con la Cosa Nostra y con el Vaticano, además de negarse a negociar con las Brigadas Rojas cuando secuestraron a Aldo Moro, a lo que los terroristas respondieron asesinando al político democristiano. También Andreotti ha sido procesado en dos ocasiones por asociación mafiosa y por su posible implicación en el asesinado del periodista Mino Pecorelli. No hay más que echar un vistazo al retrato que se hace de Andreotti en la aclamada película Il Divo, de Paolo Sorrentino, para darse cuenta de que la sombra de la sospecha continúa extendiéndose sobre él. En el otro lado de la balanza está Jon Favreau, un joven que ha enamorado al mundo con su pluma. Detrás de ella están muchas de las palabras con las que Obama ha logrado inspirar a millones de personas. Con apenas 27 años, Favreau es el director de sus speechwriters (redactores de discurso). Se licenció en Ciencias Políticas, pero muchos se refieren a él como el poeta porque creen que aporta lirismo al mensaje político. Jon Favreau comparte nombre con un actor de Hollywood y, aunque no tienen relación familiar alguna, su historia sí tiene tintes de guión cinematográfico. Como el proceso de desarticulación de IU. Promete un final emocionante. Pasen y vean. Quizá, todo acabe de forma muy diferente al guión que escribiría para el caso un comunista comprometido como mi paisano Antonio Márquez, aunque sus camaradas se convirtiesen en sus máximos detractores cuando Márquez habló en pleno franquismo de acercar posturas. Lo dijo un hombre que se casó con Margaret Logan, nacida en la casa del presidente Roosevelt, de cuyo padre era asesor. Márquez no escribirá ese guión. Pero en su día tradujo a su amigo Ángel Valente al inglés y apareció como la protagonista de La Inquisición, la obra de Fernando Arrabal. Arrabal refugió el personaje de Márquez en Nímive, una mujer, porque así disimulaba mejor. Como también debió refugiar su vida en EEUU, donde los sueños se cumplen, si no díganselo a Obama. Como IU busca refugiarse en Cayo Lara y en sus tesis más clásicas, las del comunismo. Creen que así se sobrepondrán a un abismo que les succiona a pesar del millón de votos. ZP les abre las puertas de Ferraz para que, como Antonio, tengan un lugar donde refugiarse. Al fin de cuentas, seguirán a la izquierda de la izquierda. Y lo que hace hoy por hoy IU, sólo es disimular que están a la izquierda. Su opinión de la izquierda es tan volátil que cuesta creerles.