En 1981 Picasso volvía a España. Lo hacía de modo testimonial, pues el genio había muerto en el exilio 8 años antes. Fue entonces, una vez recuperada la democracia, cuando la familia del malagueño permitió la llegada del "Guernica" a nuestro país, tal y como fue voluntad del pintor en vida. La obra, en principio, fue un encargo del Gobierno de la II República y tenía el objetivo de decorar el Pabellón de España durante la Exposición Internacional de 1937 en París. Pero el estallido de la contienda nacional cambió la temática inicial. Picasso realizó un cuadro cubista expresando su visión de la guerra. Plasmó el bombardeo de la ciudad de Guernica.
Durante el franquismo, Picasso desapareció del mapa español. El artista, en el exilio francés, llegó a ser la máxima figura artística del siglo XX, y mientras tanto, era denostado en casa. Sólo un erudito como Javier Tussell (entonces Director General de Patrimonio Artístico) fue capaz de devolvernos al maestro y a su obra más universal, hasta ese momento expuesta en el MOMA de Nueva York. Picasso volvió y lo hizo para quedarse. En los últimos años hemos sido testigos de una enérgica campaña de conocimiento sobre su vida y obra. España se lo debía. Y la gente, consciente de la importancia del artista, ha acogido su legado con gratitud y entusiasmo. Así lo demuestra el recibimiento a dos exposiciones sobre sus trabajos. Estos días el Museo del Prado expone "Picasso. Tradición y Vanguardia", visitada por casi medio millón de personas, colección cuyas visitas han sido prorrogadas hasta el 10 de septiembre (una semana). También se ha prorrogado la exposición del Reina Sofía hasta el día 25 (tres semanas). En realidad, ambas forman parte de una exposición conjunta sobre el malagueño que celebran el 25 aniversario de la llegada del "Guernica" a España y los 125 años del nacimiento del artista. Las exposición muestra todas las etapas del pintor a lo largo de más de un centenar de obras.
En el Prado sus obras entran en confrontación con las de los grandes maestros que jugaron un papel importante en la formación de Picasso. En el Reina Sofía, el eje central es la respuesta artística de Picasso ante los acontecimientos bélicos de su tiempo. Pero hay más: en su tierra natal, el fotógrafo alemán Hubertus Hierl expone un centenar de instantáneas que tomó del genio malagueño en una novillada a la que acudía por casualidad Picasso a mediados de los años 60 en el sur de Francia. Y es que como decía la ex mujer del artista, Dora Maar, cuando el poeta Paul Eluard le propuso matrimonio, "después de Picasso, sólo Dios". La pregunta ahora es si en España, con franquismo o no, hemos sido justos con su obra y figura. Ahora, cada vez más, comienzan a surgir exposiciones, conferencias y cursos en torno a su vida y trabajo. La conciencia nos corroe...