Hace muchos años que Hezbolá tiene su cuartel general en Líbano. Sus hilos se mueven desde Damasco y Teherán. Por ello, cuando los hombres de Nasralá secuestraron el pasado 12 de julio a dos soldados israelíes, sólo seguían órdenes. Hezbolá es sólo una marioneta en manos de Siria e Irán. Por entonces, este último era el centro de atención de los países occidentales. El motivo, su programa de enriquecimiento de uranio y la negativa del OIEA al proyecto. Mahmud Ahmadineyad, presidente iraní, necesitaba desviar el foco de atención. Sobre su país pesaba una resolución de Naciones Unidas que le inducía a dejar el proyecto del uranio, con cuyo enriquecimiento se puede conseguir bombas atómicas. Aunque Ahmadineyad se empeñe en decir que su programa sólo va destinado a fines civiles, lo cierto es que pocos son los que le creen. Y menos Israel, cuya existencia puso en entredicho el líder iraní nada más llegar al poder. Hezbolá, organización terrorista integrista (para otros de liberación) penetró en el entramado hebreo en el pasado mes de julio. Y estos, días más tarde, respondieron con una desorbitada muestra de fuerza que se ha ensañado con la población civil. Es como matar moscas a cañonazos. El único delito de los ciudadanos libaneses es querer ser ciudadanos libres (hace poco que consiguieron que los últimos bastiones militares sirios e israelíes se retiraran de su territorio) y albergar en el poder un gobierno integrado por miembros de Hezbolá, que actúa desde territorio libanés, en clandestinidad, lanzando cohetes katihusas sobre Israel, usando como trampolín infraestructuras libanesas y como escudos a civiles. Pero la fuerza utilizada por Israel es desproporcionada y está fuera de lugar. En 25 días de conflicto, los muertos rondan el millar, y de ellos, solo un ciento son milicianos de Hezbolá. Y un tercio, niños, los más perjudicados.
Pero quizá lo más grave de todo esto es el victimismo del que hace bandera Israel. Tuvieron que soportar el genocidio nazi y ahora se toman por su mano la justicia. El mundo calla en apremio de su sufrimiento. Y calla porque los judíos mueven los hilos económicos más importantes de EEUU y, por tanto, del mundo. La Administración Bush apoya sin reticencias a Israel. Incluso a falta de razón. Ambas naciones están sumergidas en la guerra global contra el terrorismo. Y ahora ellos practican el "terrorismo de Estado", una práctica aún más mortífera, más brutal, más desestabilizadora... Parece que la falta de sentido común ha inundado las mentes de los líderes mundiales. Sólo algunas voces procedentes de Francia, España e Italia han sido críticas. E Israel y EEUU les ha acusado de "antisemitas", una palabra muy fuerte para contrarrestar una verdad como un templo: el genocidio que los israelíes están llevando a cabo desde 1948, fecha de la creación del Estado hebreo. Y mientras esta situación de hegemonía prepotente judía no cambie, la espiral de violencia seguirá creciendo, ¿o es que la vida de un israelí vale más que la de un cristiano o un musulmán? El sol nace y se pone en Oriente Medio. De allí emergen todos los problemas de hoy. Y serán los problemas del mañana si nuestros líderes no son capaces de solucionarlos.
Pero quizá lo más grave de todo esto es el victimismo del que hace bandera Israel. Tuvieron que soportar el genocidio nazi y ahora se toman por su mano la justicia. El mundo calla en apremio de su sufrimiento. Y calla porque los judíos mueven los hilos económicos más importantes de EEUU y, por tanto, del mundo. La Administración Bush apoya sin reticencias a Israel. Incluso a falta de razón. Ambas naciones están sumergidas en la guerra global contra el terrorismo. Y ahora ellos practican el "terrorismo de Estado", una práctica aún más mortífera, más brutal, más desestabilizadora... Parece que la falta de sentido común ha inundado las mentes de los líderes mundiales. Sólo algunas voces procedentes de Francia, España e Italia han sido críticas. E Israel y EEUU les ha acusado de "antisemitas", una palabra muy fuerte para contrarrestar una verdad como un templo: el genocidio que los israelíes están llevando a cabo desde 1948, fecha de la creación del Estado hebreo. Y mientras esta situación de hegemonía prepotente judía no cambie, la espiral de violencia seguirá creciendo, ¿o es que la vida de un israelí vale más que la de un cristiano o un musulmán? El sol nace y se pone en Oriente Medio. De allí emergen todos los problemas de hoy. Y serán los problemas del mañana si nuestros líderes no son capaces de solucionarlos.