03 agosto 2006

PODER MEDIÁTICO

Cuatro y La Sexta no compensan el poder mediático del PP. Así de contundente se muestran algunos asesores de Moncloa, donde preocupa, y mucho, el rumbo que han tomado los informativos en las televisiones. Cuando Zapatero llegó al poder, apostó por la neutralidad de RTVE, pero entonces no contó con la "apatía" política que llevaría Pedro Piqueras a Telecinco, ni con la radicalización de la línea editorial de las televisiones controladas por los gobiernos autonómicos (sobre todo las del PP), ni mucho menos con la tranquilidad que se ha tomado La Sexta la puesta en marcha de sus telediarios (comenzarán a emitirse a mediados de septiembre). En el Gobierno ven con recelo el nuevo clima mediático porque no termina de favorecerles. No están tranquilos porque las elecciones autonómicas y municipales están a la vuelta de la esquina (mayo de 2007), y tampoco queda tanto para las generales, que deberían consolidar a Zapatero en el poder. Ninguna televisión hace énfasis en los logros del Gobierno, que muchos han sido. Lo demuestran los datos. Esta Ejecutiva es la que más reformas ha iniciado desde la restauración de la democracia allá por el año 1978. El proceso de paz con ETA, las reformas estatutarias, la evolución económica del país y las iniciativas parlamentarias y gubernamentales (nueva ley de Educación, Ley Integral de Dependencia, Ley contra la violencia de género, Ley matrimonio homosexual, ...) parecen haber caido en saco roto. La "desinformación" de hoy contrasta con el panorama televisivo que los socialistas "sufrieron" cuando José María Aznar estaba en el poder.
El ex presidente, ahora asesor de Murdoch (todopoderoso de la comunicación), se encargó de conformar un completo entramado mediático gracias a la ayuda de Telefónica de Juan Villalonga. En el área audiovisual los populares llegaron a contar con Antena3, Vía Digital y, sobre todo, RTVE. La televisión pública, con Alfredo Urdaci al frente de los informativos, demostró un posicionamiento político tan evidente que Zapatero prometió que si llegaba a la Moncloa, la cadena pública dejaría de estar a las órdenes del Gobierno de turno. Y así ha sucedido. Sin embargo, la obsesión por la neutralidad está llevando al Gobierno a hacer demasiadas conseciones a la oposición e incluso, en ocasiones, se ha optado por eliminar información por miedo a que alguien les tache de sectarios. Ahora, el Ejecutivo se encuentra que, después de renunciar a una útil herramienta propagandística, se está dando un efecto no previsto: la reducción de información política y el auge de noticias de sucesos y deportes en los telediarios.
Todo lo contrario ocurre en otras televisiones públicas. Por ejemplo en Telemadrid, donde con Esperanza Aguirre el posicionamiento ideológico se ha multiplicado tanto, que incluso una representación de trabajadores ha denunciado en Bruselas la manipulación política que sufren. Más de lo mismo ocurre en la Comunidad Valenciana, presidida por el también popular Francisco Camps. No preocupa tanto la radicalización de estos medios en Moncloa como la ausencia de compromiso de "sus" televisones cercanas. Una vez con RTVE fuera de juego, los socialistas se aferraron a Telecinco. El fichaje de Piqueras, procedente de RNE, como director de informativos así lo auguraba. Pero el manchego se decantó por la apatía política de sus noticiarios escusándose en que la gente ya busca "otra cosa". En el caso de la televisión en abierto de Prisa, Cuatro, que consiguió la licencia gracias al Gobierno de Zapatero, sí se ha apostado por dar protagonismo a la política sin huir de un claro posicionamiento pro PSOE. Pero Gabilondo no tiene medios como la televisión pública para llevar su voz hasta donde los socialistas pretendían. Y en el caso de La Sexta, la concesión a una productora cercana al ex secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, se presuponía como el empugón definitivo de la estrategia mediática socialista. Sin embargo aún no ha dado sus pasos en el concierto informativo, lo que supone un problema añadido para la propaganda de Zapatero de cara al futuro. Puede que la ausencia de medios equiparadores de su figura incluso le beneficie al no hastiar al ciudadano. En política, nunca se sabe.