El fuego avanza sin control por Galicia hasta tal punto que la Xunta ha visto desbordada su capacidad operativa. En similar contexto se encuentra la región del Ampurdá, en Cataluña. Y antes, hace menos de un mes, un incendio también arrasó la vegetación de parte de la Sierra de Grazalema, en Cádiz. Cuatro son las víctimas mortales en 2006, tres de ellas este verano. El áño pasado, 11 personas perdieron la vida intentando luchar contra las llamas. En total, más de 100.000 hectáreas abrasadas en los últimos años, una considerable cifra que, a falta de agua, ayuda, y mucho en la desertización de España. Más grave, sin duda, es conocer los estudios de los expertos, que aseguran que más del 75% son incendios provocados por la mano del hombre. Hace tan solo una semana, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, lanzaba un mensaje optimista revelando la reducción de la superficie quemada en esta década, un 60% menor a la década anterior. Estos datos parecían confirmar la eficacia de las medidas adoptadas como consecuencia de la catástrofe de Guadalajara en Julio de 2005. Pero no. A esta hora continúan activos 87 fuegos en Galicia y varias decenas en Cataluña. Hasta el Ejército ha tenido que intervenir en el primer caso. Nada nuevo hay en todo esto. Nuestra legislación de montes ha fracasado en los intentos de terminar con los incendios, en la mayoría de los casos provocados por el hombre. Pero lo que verdaderamente hace falta son medios de investigación capaces de llegar hasta el fondo a la hora de investigar las causas. Y sobre todo, hay que interesar a la gente de cada zona a salvaguardarla, a cuidarla y a racionalizar el empleo de los medios humanos disponibles a lo largo de todo el año, por ejemplo, limpiando el bosque en primavera para evitar que la maleza seca propague las llamas.
Pero no toda la culpa puede ser de la ineficaz Ley de Montes y la permisividad del Código Penal de nuestro ordenamiento jurídico ante personas que cometen delitos ambientales. Sobre todo, lo que falta es concienciación. Porque el monte es de todos y una riqueza a conservar. Y si no lo hacemos, las consecuencias vendrán en el futuro.