Le dijimos al taxista que nos llevara a algún sitio tranquilo. Nos preguntó si éramos famosos. "Sí". Y nos dijo que nos llevaría por la autopista, cerca de la casa de Elvis. Le pedimos entonces que nos llevara a la casa de Elvis, y el taxista aceptó. "¿Os importa si comunico a la central que vamos allí?". Entonces llamó a la central diciendo: "llevo dos celebridades en el coche. Tengo a..." puso la radio en mi cara y pronuncié mi nombre: Bruce Springsteen. No sabían quien era, pero hicieron como si lo supieran. "¿Sabes?", le dijo a su jefe que íbamos a la casa de Elvis. Cuando llegamos a la puerta, eché un vistazo. Eran las tres de la madrugada, pero todas las luces de la casa estaban encendidas. Salté la valla y empecé a subir por el tejado. Cuando estaba casi en la puerta, a punto de llamar, veo a un tipo que sale de entre los árboles y que me llama. Entonces le pregunté si estaba Elvis en casa. Me dijo que no, que estaba en el lago Tahoe, y empecé a usar todos los trucos posibles que pude. Le dije que había salido en la portada del Time, que tocaba la guitarra, que Elvis era mi héroe (¿y de quién no?). Y también le dije todas esas cosas que jamás le dices a nadie. Quería dejarle un mensaje a toda costa. El tipo del jardín aceptó. Pero mientras lo hizo, me invitó a acercarme hasta la puerta y a largarme de allí. Pensó que era otro fan loco, y lo era. También Elvis es un ídolo para otro de los reyes actuales del Rock, el italiano Luciano Ligabue. El bergamasco va más allá y dedica algunas de sus letras al verdadero Rey del Rock. Incluso llama a su hijo (imaginario en sus canciones, claro) Elvis. La locura se extiende por todo el planeta. Elvis ha sido capaz de superar los 1.000 millones de discos vendidos a pesar de haber fallecido. Pero ocurre que los mitos como Elvis nunca mueren, nunca desaparecen. Igual que los amores sinceros, aquellos que se tejen en 24 horas, entre carrera y carrera de taxi y sin necesidad de visitar la casa de Elvis. Que breve el amor y que largo el olvido, escribió un poeta. Siento que esta noche vuelvo a las cloacas, al lugar reservado para mí entre las tinieblas. Las alas han vuelto a abandonarme. Me había despertado una tarde, medio resfriado y con jersey a rayas, de una pesadilla que duraba ya un año. Un año de miserias. Me percaté de tu existencia en un fragoso duelo de ideas, aquella misma racionalidad que me abandonó para seguirte, y seguir con ello los pasos de mi corazón. Me descubriste un mundo lleno de colores, y entonces sentí la inexorable sensación de volver a estar vivo. Había dejado atrás los días en blanco y negro. Los dolores y las ausencias. Las esperanzas rotas. Había llegado una nueva era que ahora se rompe como un fino papel de aluminio, a pesar de que me niego a perderte. Mi amor es irrefutable. Me gustaría que no lo dejaras escapar y que sepamos colocar tiritas a todo aquello que está dañado por culpa de una inmensidad plagada de mariposas. La fuerza de querer tenerte junto a mí. Yo sólo te puedo ofrecer mi voz. Aunque soy consciente que este blog es una bazofia, un nombre retratado en silencio, un enamorado sin sombra que yace inerte entre toneladas de cenizas. Aquellas que advierten que otro amor ha caducado. La historia de este blog podría terminar para siempre con este artículo y nadie advertiría que se acabó. Podría silenciarme el miedo a tu ausencia, mi usurpación de las sensaciones, mi declive literario (sin apenas comenzar) o una noche de escalofríos asomado a la ventana esperando que me succionen las palabras vacías, el abismo de una pérdida. He vuelto a las tinieblas. Aquellas de las que nunca debió volver José Bono, para quien hay alguna santa y mucho malo. Lo lanza a diputados del PP, que le ríen sus monerías y le rinden pleitesía. Colocar una placa en el Congreso en honor a una monja ultra no me parece la mejor fórmula para defender a un estado laico. Entre otras cosas, cientos de personas merecen ese homenaje antes que santa Maravillas (son de risas los milagros que se le atribuyen). Bono argumenta que hay mucho hijo de puta en los partidos propios. ¿Cómo puede este hombre llamarse socialista? ¿Cómo puede representar a la soberanía popular? ¿O ese Estado laico que es España? Debería dimitir, si es sensato y quiere estar libre de pecado. El hermano Bono, osea, el compañero Bono, no encontró nunca a Elvis, su taxi se quedó a cientos de kilómetros. ¿Ahora ves por qué es tan importante preguntar a los taxistas sobre sus creencias divinas? Ayer te reías y hoy me das la razón. El mundo gira y cada vez que lo hace algo cambia. Te necesito, deberías saberlo. Necesito que sigas despertando las mismas ilusiones cada mañana. Aunque Garzón haya ahogado la de miles de familias al declarar extinguida las responsabilidades de Franco y las de otros 44 altos cargos del franquismo. Patético, porque había despertado expectativas en muchas personas que ahora ven como el juez se inhibe del proceso en favor de los juzgados territoriales. La herida sigue sin cicatrizar 33 años después de la muerte del dictador. Garzón, sediento de fama y gloria, podría cogerse de la mano con Bono y regresar conmigo (obligado en mi caso) hasta las tinieblas. ¿Tanto vale el amor como para darte el pasaporte a esta orilla llena de luces? La respuesta la encuentro (o quiero encontrarla) en el email que me he enviado hoy mismo mi amigo Simone: "una parte de mí es consciente de haber tenido mucho en mi vida, de haber conocido la belleza del amor, la locura y la intimidad... pero por otra parte si miro dentro de mí soy consciente que sin el amor las cosas no van bien... o al menos van bien sólo a la mitad". El amor, como dice Gaber, nos recuerda Simone, es una cosa concreta (o debe serlo). Cierto que es bello sentir algo demasido fuerte que sea capaz de hacerte llorar, sufrir, esperar... pero también existe otra parte en el amor que se alimenta de comprensión, tolerancia, transparencia... No hay lugar para egoísmos. Dice Simone que por el amor se debe renunciar a aquello que se desea, que con él debemos apreciar lo que se tiene. Tú no me crees cuando te aseguro que haría cualquier cosa por tí, llegar al fin del mundo para conseguir tu libro favorito o patearme Málaga en busca de tus bombones de chocolate blanco. Coincido con Simone al pensar que el amor es un estado de fortuna que a veces olvidamos. Simone, amigo, espero tu visita a España como espero que el taxi de aquel domingo nos lleve hasta la casa de Elvis en lugar de a la mía. Porque si él ha sido capaz de perdurar en el tiempo, si ha logrado vivir a pesar de su muerte, también nuestro amor puede conseguirlo. ¡¡¡ Taaaaaxi !!!