Dice un refrán castellano, de los de pelo en pecho, que con la Iglesia hemos topado. Era una forma de advertir sobre un obstáculo que alteraba la consecución de los propósitos. Finaliza 2008, un año para guardar en los armarios. Noviembre da sus últimos coletazos y con ellos ha llegado el perdón para los Beatles. Ha sido el periódico oficial del Vaticano, Le Observatore Romano, el que ha restado importancia a la afirmación realizada por John Lennon en 1966, en la que aseguraba que la banda "era más famosa que Jesucristo". El artículo no es casual, ya que sale a la luz en el 40 aniversario de la publicación de White Album, que marcó todo un hito en la carrera musical del célebre grupo de Liverpool. Vamos a ver como se toma ahora la Santa Sede las manifestaciones de Juan Marsé, que tras ganar el Premio Cervantes 2008, dotado con 125.000 euros, ha anunciado que se gastará el dinero en mujeres y vino. Quizás a Marsé los más de 20 kilos le sirvan para ganarse el perdón. Una absolución que le saldrá algo más cara a George W. Bush. El pequeño del clan texano repite una y otra vez que él sigue siendo el presidente de EEUU, pero se desvanece tan aprisa como la amenaza de lluvia en un desierto. La sombra del electo Barack Obama lo catapulta a los recónditos lugares que el inexorable olvido guarda en los armarios. Allí, en la estantería del fondo, tiene mi 2008, mi vieja vida, reservado su lugar. Bush seguirá siendo presidente de EEUU, pero las urgencias de la crisis financiera, convertida ahora en recesión, no permiten esperar. Las ocho semanas que le restan de legislatura serán una lenta tortura, su Guantánamo político personal. La formación del gabinete anticrisis de Obama está orientado a producir una función balsámica sobre una opinión pública alarmada hasta el infinito. Obama trabaja a contrarreloj para atajar la inminente debacle del mundo que conocemos. Para ello lanza dos mensajes: habrá un Gobierno fuerte y la economía será la prioridad. Quien siembra recoge. Por ello Obama ha elegido gente veterana para que le acompañe en la difícil misión de encauzar el rumbo, no sólo de EEUU, sino de Occidente. Ha seguido también la que yo llamo teoría Lincoln, integrando adversarios y gente pragmática para la causa. Así, recupera a su rival Hillary Clinton para que reconstruya la reputación de EEUU en el mundo. De la misma manera, apuesta por mantener a dos hombres fuertes de Bush en su propia administración: Timothy Geithner, nominado secretario del Tesoro y actual presidente de la Reserva Federal de Nueva York, y Robert Gates, secretario de Defensa con Bush y, a partir del 20 de enero, también con Obama. Gates sustituyó hace dos años a Donald Rumsfeld e introdujo el realismo y la sensatez en la política militar. Se acabarán las guerras preventivas, porque se ha demostrado que éstas no valen para nada. Nadie podía haber dado por supuesto que en el Hotel Trident de Bombay, capital financiera de India, se iba a producir una escalada de terror mientras delegaciones españolas y de la UE allí se concentraban. Salvaron el pellejo de milagro. Esperanza Aguirre, que guarda un ángel en su bolsillo (entre otras cosas) relata como tuvo que caminar descalza sobre charcos de sangre. Los mismos que se destilan en los privatizados hospitales madrileños, con la única diferencia que para caminar sobre estos charcos, Aguirre se coloca la sonrisa, el mejor de sus vestidos y unos tacones altos para encuadrarse ante las cámaras de su podrida televisión. La sangre casi llega al río en Francia, donde el socialismo da un giro hacia la izquierda y apuesta más que nunca por la política social. Eso, si aguanta la división acontecida en la lucha cainita entre Ségolène Royal y la ahora líder del partido, Martine Aubry, ministra de Trabajo y Asuntos Sociales entre 1997 y 2000, en el gabinete de Lionel Jospin. Suya es la ley de la semana laboral de 35 horas, uno de los mayores avances sociales en la historia. Aubry, alcaldesa de Lille, nació hace 58 años en París en una familia con pedigrí político. Su padre, Jacquets Delors, ha sido uno de los más recordados presidentes de la Comisión Europea. Pero ahora no es sólo la hija de Delors, es la mujer que ha tendido la mano a los seguidores de Royal y a su adversaria, aplicando a su manera la citada teoría Lincoln. Da un toque de atención a Sarkozy, porque considera que la derecha se ha reído de los socialistas franceses durante las últimas semanas. A decir verdad, desde las presidenciales de 2002, las cosas no van demasiado bien para ellos. Pero Aubry advierte: "el Partido Socialista ha vuelto". Así terminó su discurso. Miré por la ventana y vi que ahí fuera todo permanecía inmóvil y en su sitio. No había ni un triste rastro de ti. Dedico más de 35 horas semanales a recordarte. Pero todo sigue como antes.