12 diciembre 2008

LA CIUDAD Y LOS FANTASMAS

A esa altura del año en que florece el almendro, un grupo de amigos se reunía en una oficina del Paseo de la Castellana, en Madrid. Un lugar que años antes me había parecido un laberinto o un sueño, según el día. Fue entonces cuando advertí mi carácter ciclotímico y que la vida no iba a ser fácil. Era la primavera de 2006 y en la sala había restos de comida por todas partes. Desde ese día, cinco veinteañeros se pasaban en ese lugar los días y las noches enchufados al ordenador, bajando cada dos por tres a la gasolinera para comprar latas de bebidas isotónicas. Tres españoles y dos norteamericanos, una pequeña red de amigos creando el sueño de una gran red de amigos. Así nació el último fenómeno de internet en España, Tuenti, un pequeño proyecto que en apenas dos años se ha hecho muy grande y se ha convertido en la red social líder de nuestro país. A día de hoy, no me imagino un sólo día en mi vida sin un vistazo a mi perfil. Pero claro, hasta hace apenas 12 meses tampoco me imaginaba un día sin que el calor de tus palabras me devolvieran la vida a última hora del día. Las luces se apagaron de repente y desde entonces la ciudad es un universo plagado de fantasmas. No los veo siempre. Sólo son visibles cuando el misterio de tu ausencia se instala en mi cabeza y ésta empieza a dar vueltas y vueltas como una espiral. Mi enfermedad no tiene nombre, pero está claro que necesito urgentemente una medicación que aún ningún médico me ha prescrito. Quizá el milagro lo obre ese invento raro de aquellos cinco jóvenes. Tuenti es un arma poderosa, cualquier persona, cualquier cosa, está al alcance de un sólo click. Estos días de naufragios los ha salvado una persona que ni tan siquiera conocía. Ella ha descubierto mis dolores mientras paseaban apoyados en mi hombro. Ella me ha dicho que los sacuda y luego los encierre. Tan distante queda Roma como Valencia. Lugares que nos acercan las tecnologías en épocas de miserias compartidas: Tuenti, Google Earth... pero que ya no conviven con nosotros. No sé si te ocurre lo mismo, si tú también tienes miedo a que pase el tiempo y sus encantos se los lleve una nube gris disfrazada de sonrisa. Si tienes miedo a que suba el oleaje y descubras historias ocultas que dormitan en las profundidades. Dices que deberías haber sido psicóloga, que cada tarde acompañas a doctores y enfermos por largas galerías donde se pierde el mundo y el resto de planetas, y que entre esas paredes no dilucitas quien es el loco y quien el cuerdo, ¿alguien puede hacerlo? Sé que jamás podré curarme de esta malatia. Pero le resto importancia cuando pienso que estás a un golpe de ratón para compartir mis historias y que de la noche a la mañana te has converido en mi camisa de fuerza particular. Cada mañana me rescatas con un simple gesto de complicidad. Sin saberlo, tú has contribuido a que Tuenti sea una ventana al mundo, a que este dolor sea una gota de agua entre un millón. Ahora, no hay Valencias ni Romas que nos detengan. La ciudad es toda nuestra y los fantasmas son meros espectadores ante nuestro paso triunfal. Tanto que al ver en las noticias las impactantes imágenes del río Tíber desbordado, amenazante a su paso por Roma, he permanecido impasible. Sucede el mismo día en que cientos de miles de trabajadores se manifiestan en 108 ciudades de Italia contra la política económica del Gobierno de Berlusconi. La Confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL), el sindicato más importante del país, fue el único que convocó la primera huelga general de una legislatura que arrancó en marzo. Aún así fue todo un éxito. Los obreros, que de números saben más que cualquier ministro de Economía del mundo o cualquier premio Nobel, exigen a Il Cavalieri más creación de empleo, mejores salarios, más pensiones y más derechos. También piden nuevas medidas para reactivar la economía del país, instalada en la recesión desde hace un mes y camino de perder en 2009 el 1% del PIB. Y yo te pregunto: ¿los que votaron a Berlusconi están más locos o más cuerdos que tus enfermos? La respuesta quizá nunca la sepamos. Recuerda que Alice Gould, la protagonista de Los renglones torcidos de Dios, se hace pasar por una paranoica para ingresar en un manicomio y descubrir así quien es el culpable del crimen por el que ha sido contratada. Quizá nada forme parte de la realidad y he ingresado en Tuenti como un paranoico en tu busca. Ya lo dijo el enfermero que salvó física y psíquicamente a Ingrid Betancourt durante su cautiverio. El cabo William Pérez, secuestrado los últimos diez años de los 33 que tiene su vida por las FARC, al volver al mundo real, se dio cuenta que muchas cosas habían cambiado pero lo que más le ha sorprendido ha sido el avance de internet. De momento, Tuenti es una ciudad sin fantasmas.