La piedra inerte ni siente ni padece. Y Rajoy está políticamente muerto desde hace meses. Concretamente desde el 9 de marzo a medianoche. Esa noche comenzaron las cábalas y las quinielas sobre el futuro del liderazgo en el PP. Esa noche se abrió el camino de la sucesión. Porque eso es ya lo que se espera en la derecha española. La puerta está entornada, esperando a que una mano la abra del todo. Lo intentó Esperanza, pero la derecha moderna, europeísta y abierta bloqueó la entrada. Antes, en un sutil intento de coger carrerilla ante el inminente fracaso de Rajoy, entonces rodeado de los ladridos de Zaplana y Acebes, se posicionó Gallardón. Entonces fue la derecha ultraliberal, católica y retrógrada la que se opuso. El resultado fue montar de nuevo a Rajoy en el caballo batallador, devolverle la lanza y venderlo como el Cid del siglo XXI. Tras ese artificio estalló una amalgama de familias que han acabado en diáspora ideológica. La derecha española está vertebrada y cada uno juega a lo suyo porque cada uno tiene interés en que su facción ocupe el cetro. El PP se parece más a un reino de taifa que a un verdadero partido político. Me apunto a la tesis que sostiene el gran Raúl del Pozo, para quien "el PP tiene máquina, estructura formal, pero le falta canción, chispa, resplandor y leyenda. Hay un funcionario donde se precisa un líder. Hay estructura formal pero falta imaginación política. La derecha centrista no da miedo, ya no es de misa y patria, pero le falta un relato", una ideación para romper el empate en intención de voto en el que se ha instalado. Y eso a pesar del frío de diciembre y de la recesión, cuando todos los pronósticos anuncian que 2008 es malo, que 2009 será aún peor y que el 2010 es toda una incógnita. Pero siempre nos queda la España social que ha creado acertadamente nuestro presidente. Este logro ha ensombrecido los erróres de ZP. Los hay. Pero la derecha tiene muy difícil avanzar cuando Rajoy, un líder a préstamo, se aferra a que "con el PSOE hay siete vuelos más a Guantánamo que con Aznar". Rajoy, vicepresidente de Aznar entre los años 2002 y 2004, dice desconocer absolutamente el tema de los vuelos: "no hablé con nadie de eso ni estuve en ninguna reunión". Entonces, don Mariano, o su silogismo está mal construido o quiere tocarnos la flauta para llevarnos a Hamelín. Lo único que importa ahora son los casi tres millones de parados que hay en nuestro país, donde el ritmo de pérdida de trabajo es arrollador y superior al resto de Europa. Piqué, que siempre fue un señor, que trabajó incansablemente y que procede de la izquierda más radical, ha visto hoy como unos radicales de la izquierda le llamaban asesino mientras el ex ministro de Exteriores se excusaba en la ignorancia. La misma que hace que dos encapuchados que dicen actuar en aras de la libertad y de unas ideas la emprendan a tiros con un ciudadano que se ha negado a pagar un impuesto que no le corresponde, que se ha negado a que con su dinero mueran otros inocentes. Hoy recé por el alma de Ignacio Uría Mendizábal, vilmente asesinado. Y también lo hice por María Serrato, una mujer que a pesar de sus casi 100 años mantenía un frenético sentido de la existencia. Ella siempre estaba preparada para todo. Mantenía conversaciones con la frescura de una adolescente y recordaba los episodios más minúsculos de su larga existencia. La vida fue dura para ella. Pero ella siempre salió adelante. Se fue como un rayo, sin tiempo para despedidas. Su adiós fugaz contrastó con su intensa y dilatada vida. Mientras pasaba tanta gente por delante de su tumba y la lluvia tenaz impregnaba mi cara, tatareé una melodía que se llevaron las nubes. No escribiré más versos para ti hasta que no aparezca en alguna de tus canciones.